UNA NECESIDAD DE NUESTRO TIEMPO PARA NUESTRA NECESIDAD DE MAYOR TIEMPO
En ninguna época histórica el hombre tuvo tantas posibilidades para su desarrollo como en la actual. Nunca hasta el presente había tenido acceso a información tan amplia y variada como la que hoy día nos brindan diarios, revistas, libros e Internet.

A la vez que disponemos cotidianamente de renovados materiales de lectura -valiosos para nuestro estudio, información y placer-, el ritmo de nuestra vida contemporánea, apetencias y obligaciones, nos imponen cada vez mayores limitaciones de tiempo.

Estas posibilidades y necesidades actuales son precisamente las que han determinado el surgimiento y auge de las técnicas de Lectura Dinámica.

EN LA ERA ESPACIAL... ¿por qué seguir siendo lectores ‘a la antigua’?

En plena era espacial, cuando la cibernética ha invadido todos los terrenos del quehacer común, cuando nos valemos a diario de los más revolucionarios avances en materia de medicina, transporte, comunicación, etc., ¿por qué seguir manteniendo invariados los mismos hábitos de lectura empleados desde tiempos bíblicos?

Si es cierto que ‘el hombre es un animal de costumbres’, también es cierto que puede ser dueño de sus costumbres.

Que puede erradicar hábitos negativos y trocarlos por otros nuevos y más convenientes.

MAYOR VELOCIDAD PARA UNA MAYOR CONCENTRACIÓN
La mayor concentración es otro de los positivos resultados que se logran con una mayor velocidad de lectura.

¡Cuántas veces te habrá ocurrido a usted que al estar leyendo, de pronto te has dado cuenta de que al mismo tiempo has estado ‘pensando en otra cosa’... y que has perdido el significado de lo leído mecánicamente !

El ritmo de nuestro proceso captador e intelectivo nos lleva automáticamente a una concentración óptima, sin posibilidad de distracciones.

LA BARRERA DEL SONIDO
La articulación sonora -consciente o inconsciente- es un resabio habitual de nuestro aprendizaje infantil de la lectura.

Aprendimos a leer deletreando y silabeando. Luego ‘leyendo para nosotros mismos’, con subvocalización e introaudición (moviendo la lengua).

Nuestra vista queda subordinada al habla y al oído. Queda fijada en una lectura ‘sonorizada’. Y éste es uno de los vicios tradicionales que más fuertemente inciden en la lentitud de nuestro ritmo de lectura. Vocalización y subvocalización constituyen una verdadera ‘barrera del sonido’ que frena nuestra velocidad. Mientras no extirpemos estos inadecuados hábitos enquistados en nuestro mecanismo de recepción, será imposible superar las 250 palabras por minuto, prácticamente la velocidad tope del habla.

La velocidad visual directa es abismalmente superior a la velocidad fonativa. Basta pensar que en el mismo tiempo que visualizamos un conjunto de personas u objetos, apenas si habremos alcanzado a nombrar uno solo de ellos.

Cuando mediante apropiados ejercicios se obvia la etapa sonora en la lectura, cuando se suprime la articulación consciente e inconsciente, se abre una vía directa vista-cerebro, imagen-concepto, que nos facilita el ingreso a niveles ‘superiores’ donde espacio visual, tiempo y velocidad, configuran una nueva ecuación para un distinto e individual ámbito dinámico.